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Nietzsche y tu Cartera: Forjando Hábitos de Acero en la Venezuela de Hoy

Punto de Partida: La Encrucijada Del Bolsillo De Los Venezolanos

Como uno más de nosotros que vive y siente esta realidad, es indudable que para muchos la situación diaria es ganar apenas para sobrevivir, corriendo al abasto más cercano a comprar lo que podamos antes de que el dinero pierda más valor y si  queda algo, retomar la carrera para comprar dólares antes de que cambia la tasa del día. En medio de esta carrera constante por «resolver», donde cada día es una prueba para todos nosotros, y no es para menos, vivimos en una Venezuela donde el modelo económico adoptado ha desencadenado un severo deterioro de nuestro poder adquisitivo y ha configurado el complejo panorama actual, uno que exige de nosotros una resiliencia y una astucia financiera extraordinarias. En este entorno, donde la planificación a largo plazo parece una utopía para muchos y la inmediatez nos consume, hoy quiero invitarnos a una pausa, a una reflexión juntos, de la mano de un filósofo que, aunque no conoció el bolívar, la hiperinflación, los controles cambiarios y la brecha del dólar oficial vs paralelo, creo que nos dejó una herramienta poderosa. Friedrich Nietzsche dijo:

Observa tus hábitos: ¿Son el producto de innumerables pequeñas cobardías y perezas… o de tu valentía y razón inventiva?

Esta poderosa frase de Nietzsche es aplicable a todos los contextos de la vida, y en este artículo la exploraremos juntos en relación directa con nuestros hábitos financieros.

Esta afirmación, se los aseguro, es una bomba directo a la conciencia, y resuena con una fuerza particular en nuestra Venezuela. Aquí, donde la economía –profundamente afectada por las consecuencias de dicho modelo– nos pone a prueba a cada instante, nuestros hábitos financieros no son solo números; son el reflejo de cómo enfrentamos la tormenta. Este artículo quiero que sea una invitación a un viaje que emprendemos como ciudadanos, un camino para auditar nuestra cartera y, más importante, la mentalidad detrás de ella, incluso cuando parece que no hay margen para nada más que sobrevivir. ¿Empezamos juntos?

Primera Parada: El Espejo Incómodo – Identificando las «Pequeñas Cobardías y Perezas» que Drenan Nuestro Esfuerzo

Este tramo del camino puede ser el más duro, lo sé, porque implica una honestidad brutal, incluso cuando sentimos que hacemos todo lo humanamente posible. Miremos de frente esas actitudes que, casi sin darnos cuenta, pueden debilitarnos financieramente en nuestro contexto venezolano:

  • Las «Cobardías» Financieras a la Venezolana (que he visto y a veces he sentido):
  • La parálisis por análisis con las divisas: ¿Le damos mil vueltas a cómo adquirir o usar esos pocos dólares que a veces conseguimos, y al final no hacemos nada o lo hacemos tarde, cuando el tipo de cambio ya nos comió parte del valor? El temor a equivocarse puede ser más costoso que un pequeño error aprendiendo.
  • Evitar las conversaciones sobre dinero en casa: El «no quiero pelear por plata» o el «mejor no hablamos de eso» puede ser una cobardía que nos impide organizar mejor los escasos ingresos y gastos familiares en un entorno donde cada céntimo cuenta y la colaboración es vital.
  • Aferrarnos a lo «seguro» pero insuficiente: Mantener un empleo que ya no da la talla, que apenas alcanza para subsistir, por miedo a la incertidumbre de emprender o buscar algo mejor, incluso sabiendo que esa «seguridad» es una ilusión en una economía tan volátil como la nuestra.
  • Las «Perezas» Financieras que nos Pasan Factura (¡y vaya que nos la pasan cara!):
  • El «después anoto» que nunca llega: No llevar ni un mínimo control de en qué se nos va el dinero –así sea mentalmente al final del día–, confiando en la memoria cuando la inflación y la dolarización informal de muchos precios la vuelven poco fiable. El clásico «se me fueron los reales y no sé en qué».
  • La dependencia del «día a día» sin brújula: Vivir apagando fuegos, «resolviendo» el hoy sin dedicar ni un instante a pensar cómo estar un poquito mejor mañana, cómo anticipar un gasto o planificar una pequeña mejora, por mínima que sea. Siento que esto nos pasa mucho.
  • No investigar ni comparar (cuando podemos): Pagar el primer precio que vemos, no buscar alternativas más económicas o rendidoras si existe la posibilidad, simplemente por la comodidad, la prisa o la costumbre. En la Venezuela de hoy, ¡esto es un lujo que difícilmente podemos darnos!
  • Posponer el aprendizaje financiero básico: No dedicar tiempo a entender conceptos simples que podrían ayudarnos, cómo funcionan ciertas herramientas financieras (wallets, transferencias seguras), o a desarrollar habilidades que podrían generar ingresos extra. La pereza de aprender nos deja vulnerables.
  • La queja sin la mínima acción personal: Criticar la situación económica (con toda razón, muchas veces) pero no mover un dedo para adaptar nuestras finanzas personales, por pequeñas que sean, a esa misma situación, esperando que las soluciones vengan solo de afuera.

Segunda Parada: El Despertar del Ingenio – Activando la «Valentía y Razón Inventiva» Criolla que Llevamos Dentro

Si la parada anterior fue dura, esta es para reconocer la madera de la que estamos hechos los venezolanos. Esa misma resiliencia y creatividad que como pueblo usamos para «echar pa’lante» en tantas áreas, debemos canalizarla con fuerza hacia nuestras finanzas, por precarias que parezcan:

  • La «Valentía» Financiera para Navegar la Tormenta (y sé que la tenemos):
  • Decidirnos a aprender y actuar con divisas (si tenemos acceso): Entender cómo funcionan, cómo protegernos de la devaluación del bolívar, cómo usarlas de forma inteligente para gastos esenciales y ahorro, por pequeño que sea. Esto implica valentía para salir de nuestra zona de confort cuando sea necesario y posible.
  • Emprender con lo que tenemos (el famoso «tigrito» o rebusque): Esa venta de tortas, esa reparación que sabemos hacer, ese servicio que podemos ofrecer. La valentía de empezar, aunque sea en pequeña escala, para generar un ingreso extra, diversificar y no depender de una sola fuente.
  • Intentar un presupuesto mental o en papel, aún en el caos: Sí, es un desafío con precios cambiantes, pero valiente es quien se atreve a poner un mínimo orden, así sea semanalmente, proyectando gastos en la moneda que consideremos más estable (usualmente dólares como referencia) para tener una visión más clara de nuestras prioridades.
  • Establecer límites y decir «NO» (cuando es posible): La valentía de no ceder a presiones de gastos innecesarios que no podemos permitirnos, de proteger nuestras prioridades financieras incluso cuando es incómodo socialmente.
  • Buscar ayuda y conocimiento financiero activamente y de fuentes confiables: Preguntar, leer, ver tutoriales adaptados a nuestra realidad. La humildad de reconocer que no lo sabemos todo y la valentía de aprender son fundamentales.
  • La «Razón Inventiva» Puesta al Servicio de Nuestro Bolsillo (¡Nuestra especialidad!):
  • El arte de «cazar ofertas» y rendir el dinero: Comparar precios, anticipar gastos o  diferirlos para aprovechar precios estacionales, aprovechar las fluctuaciones del tipo de cambio, hacer rendir cada ingrediente. ¡Eso es pura razón inventiva venezolana que veo a diario!
  • Optimizar gastos hormiga con creatividad: Ese cafecito, esa empanada diaria… ¿Podemos reducirlos, prepararlos en casa, o encontrar alternativas más económicas sin sacrificar del todo esos pequeños respiros, si el presupuesto no da?
  • Crear redes de apoyo e intercambio: Compras comunitarias para obtener mejores precios, trueques de bienes o servicios con familiares, vecinos y amigos. La colaboración es una forma brillante de estirar nuestro presupuesto.
  • Generar ingresos en moneda fuerte (si es una posibilidad real): Explorar opciones de trabajo freelance online, ofrecer servicios especializados que puedan pagarse en divisas, buscar nichos de mercado. Pienso que aquí hay oportunidades aún por explorar.
  • Adaptación constante y estratégica: Lo que funcionaba financieramente el mes pasado, quizás hoy no. La razón inventiva nos mantiene flexibles, buscando nuevas estrategias ante cada cambio del entorno económico, investigando cómo proteger el valor.
  • Pequeños ahorros con visión de futuro (en la medida de lo humanamente posible): Guardar así sea el equivalente a 1 o 2 dólares a la semana, si es factible, pensando no en hacernos ricos de la noche a la mañana, sino en tener un pequeñísimo colchón para imprevistos. La constancia aquí es más importante que la cantidad inicial.

Tercera Parada: Nuestro Primer Paso en Este Nuevo Camino – El Compromiso Personal y Ciudadano

Este viaje que iniciamos juntos no es solo para leerlo y olvidarlo. Es para actuar, incluso desde la dificultad. La filosofía de Nietzsche se enfoca en esos «innumerables pequeños» actos que, sumados, definen el rumbo. No necesitamos una transformación radical de la noche a la mañana.

  • Nuestra tarea para esta semana (adaptada a nuestra realidad):
  1. Escojamos UNA «pequeña cobardía» financiera que sintamos que podemos abordar: Quizás sea simplemente hablar con nuestra familia sobre cómo estirar un poco más el presupuesto de esta semana, o preguntar a alguien de confianza cómo protegernos mejor de la inflación con los pocos recursos disponibles.
  2. Identifiquemos UNA «pereza» financiera que nos esté costando, aunque sea un poquito: ¿No solemos revisar la factura de compra con atención? Hagámoslo. ¿No solemos pensar si un gasto es realmente imprescindible antes de hacerlo? Tomémonos un segundo para reflexionar.
  3. Apliquemos UNA dosis de «valentía» o «razón inventiva», por mínima que sea: ¿Podemos buscar una forma de ahorrar el equivalente a medio dólar esta semana, quizás sustituyendo un producto por otro más económico pero igual de útil? ¿Podemos dedicar 15 minutos a leer o escuchar algo que nos ayude a entender mejor cómo manejar nuestro dinero en crisis?

Última Parada (por ahora): Manteniendo el Rumbo con el Tesón Venezolano que Nos Caracteriza

Este camino de forjar hábitos financieros de acero no tiene un destino final, porque nuestra realidad, especialmente en Venezuela, es dinámica y exige adaptación continua. Es un andar constante, una disciplina que se cultiva día a día con la misma tenacidad con la que enfrentamos tantos otros desafíos.

En Venezuela, la «valentía y razón inventiva» no son un lujo filosófico, son herramientas de supervivencia y, con esfuerzo y estrategia, de posible mejora. No podemos controlar la economía del país en su totalidad, pero sí podemos influir, aunque sea un poco, en nuestra economía personal a través de la actitud y los hábitos que decidamos adoptar y cultivar.

Recordemos la fuerza de la reflexión de Nietzsche: nuestros hábitos nos definen. Y en esta Venezuela del 2025, cada hábito financiero consciente, valiente e ingenioso, por pequeño que sea, es un paso hacia una mayor estabilidad personal y, sobre todo, hacia la tranquilidad de saber que estamos haciendo todo lo humanamente posible con los recursos y el conocimiento que tenemos. Ese, creo yo, es el verdadero poder que reside en nuestra cartera y en nuestra voluntad.

Ahora nos toca a nosotros, ¿qué «pequeña cobardía» o «pereza» financiera nos comprometemos a enfrentar o transformar esta semana, dentro de nuestras posibilidades? ¡Compartamos en los comentarios y sigamos este camino juntos, construyendo desde lo individual hacia lo colectivo!

 

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