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Creer para avanzar: cambia tu presente o quédate donde estás, tú decides

“Profe, como está? Vine para escucharle, pero la verdad es que yo creo que esta situación ya no tiene vuelta atrás, jamás podré terminar de construir mi casa; ni siquiera unas vacaciones en 6 años, apenas llego a fin de mes. El país está hecho un caos y creo que me iré el año próximo”.

Esa frase retumbó en la antesala del auditorio cuando una exalumna brillante—hoy colega contador público— me abordó para saludarme antes de mi conferencia. Su convicción era una sentencia anticipada contra su propio futuro. Le respondí con calma: “te concedo algo de razón: Venezuela está rota, pero no por eso estamos rotos nosotros. Reconstruirla empieza por dentro. Si crees que puedes cambiar tu presente, podrás; si crees lo contrario, te quedarás donde estás. Lo que declares con tu mente, eso avanzarás con tus pasos.” Por allí comenzó una grata conversación que me llevó a escribir este artículo. Las creencias son cimientos invisibles de los logros, sean culturales, profesionales o financieros; por eso hoy invito a demoler el “no puedo” y a aprovechar esa oportunidad única antes de que pase de largo.

Sistemas de creencias nocivas y malos hábitos

Los pilares más sólidos no siempre son de concreto; muchas veces están hechos de hábitos mentales y rutinas de resignación que repetimos sin cuestionar. Pienso en una colega a quien admiro y a quien tuve la oportunidad de acompañar en su formación profesional: vive en la isla de Margarita (Venezuela), en un caserío de zona rural, y convive desde sus años de universidad con una enfermedad degenerativa que limita su movilidad, pero no su vocación ni su horizonte. Por elección —y porque le llena más que cualquier otra cosa— enseña a niños en una escuela local; además, trabaja de forma virtual, combinando servicio a su comunidad con desarrollo profesional.

Su cuerpo tiene límites; su mente, no. Cada mañana celebra un nuevo día, un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para hacer la vida un poco mejor para ella y para su entorno. Me cuenta que sigue un trípode simple y poderoso: agradecer lo que hay, aprender lo que falta y actuar con lo disponible. Ese marco le permite avanzar con pasos pequeños, persistentes y pacientemente compuestos. Siempre me viene a la mente su fortaleza cada vez que la “resignación” se asoma en mi mente; si ella no se rinde, yo no tengo excusas. Seguramente tu también conoces a alguien en su entorno que no se rinde pese a las circunstancias.

De la creencia general al mindset financiero

Vivir en Venezuela, con el entorno social y económico actual, además de la incertidumbre que produce un eventual cambio político, puede ser desesperante; reconocerlo es honesto, pero resignarse no construye futuro, pues las oportunidades están allí y un porvenir promisorio se edificará con el trabajo de quienes decidimos quedarnos y crear valor día a día.

La clave práctica es separar lo que no está bajo nuestro control de lo que sí: percepción, decisión y acción. Lo que se piensa sobre cualquier asunto, en este caso del dinero, amplifica o achica el mundo financiero; creencias como “nunca podré prosperar”, “tengo que irme; aquí no puedo prosperar” o “nunca tendré una casa”bloquean movimientos sencillos pero decisivos: visualizar y planificar a corto, mediano y largo plazo, llevar un presupuesto, empezar a ahorrar, abrir una cuenta de inversión, montar un pequeño emprendimiento o una  consultoría profesional, tradicional o digital.

La pregunta que reorienta es: ¿qué está bajo mi control hoy?Ingresos que pueden aumentarse, gastos que pueden recortarse, habilidades que pueden aprenderse, redes que pueden fortalecerse y hábitos que pueden instalarse.

Recordé a esa exalumna-colega: ¿y si su “no puedo” la impide ahorrar para terminar su vivienda  o invertir en el equipo de su oficina? Elegir el foco correcto no cambiará el país mañana, pero sí cambiará la trayectoria personal desde hoy, y esa suma de trayectorias es la que termina abriendo oportunidades reales para todos.

Obstáculos culturales y resistencia al cambio

  • “Venezuela está rota, voy a esperar el cambio político.” Es un contexto duro, sí, pero no es una sentencia. El contexto condiciona; la mentalidad decide. Pensar “no puedo” apaga la búsqueda de alternativas—ingresos adicionales, nuevas habilidades, alianzas locales, economía digital—; pensar “sí puedo” enciende preguntas útiles: ¿qué puedo hacer hoy con lo que tengo? ¿qué gasto puedo recortar ya? ¿qué capacidad puedo monetizar este mes? Elegir el foco correcto no niega la realidad, la encauza: menos quejas, más criterios; menos excusas, más ejecución. Y desde ahí, paso a paso, se reconstruye futuro.
  • Ya lo intenté y fracasé.” Intenta distinto: más pequeño, más frecuente, más medido. Ajusta el proceso, no solo la meta. Cada fracaso es una nueva forma de aprendizaje, mayor información, no es una identidad.

Tu plan de acción en 6 pasos

1.      Identifica tu creencia limitante: escríbela con crudeza (“en Venezuela, nunca podré ahorrar”, “no sé como empezar a invertir”).

2.      Reemplázala por una afirmación operativa: “puedo empezar pequeño, hoy”.

3.      Define una meta clara y medible: ejemplo, aprender una nueva habilidad 20 minutos al día,  ahorrar X por semana o registrar todos los gastos del mes.

4.      Diseña una acción inmediata: ahora mismo, descarga una app de finanzas, prepara una hoja de cálculo y agenda 20 minutos de presupuesto.

5.      Comprométete con la constancia: un hábito diario mínimo (anotar gastos, leer 5-10 páginas, escuchar un podcast de finanzas o mindset, apartar una cantidad fija).

6.      Celebra y comparte tu avance: reconoce el progreso y rodéate de una comunidad que refuerce el proceso.

Elige una creencia limitante, reemplázala hoy por acción positiva y comparte en comentarios cómo empezarás a transformar tus finanzas.

Cierre:

No dejes que el reloj corra sin disparar tu oportunidad. Si crees que no puedes… no puedes. Si crees que puedes —y tú podrás— y lo conviertes en acciones pequeñas, medibles y consistentes, el camino se abre.

Comparte en los comentarios la creencia que vas a derrocar y el primer paso que darás hoy. Ese gesto, humilde y valiente, puede ser el comienzo de tu mejor decisión financiera del año.

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